lunes, 25 de agosto de 2014

Tríptico




1.    Fantasma

Pobres
            estos ojos:

en los tuyos
no han encontrado
luz alguna.

Pobres
            estos brazos:

sólo han presagiado
el aire sutil
de tus pulmones.

Pobres
            estas manos:

han esculpido de memoria
tu fértil efigie.

Ninguna sonrisa
ha logrado fracturarla.

Pobre
            este corazón:

sigue palpitando
                                    por causa tuya,
sin que obtenga respuesta.
           
Pobre de mí:
           
Espero lo imposible:

luz de tus ojos,
aire que respiro,
inclaudicables labios,
claro silencio:

                                    porque un día moriré,
                                    arrastrando un tibio,
pero oscuro fantasma.

2. Temor

Temo que nuestra piel se desprenda:

cayendo en el abismo de la soledad.

Temo el abismo que llega con el tiempo:

que tu sombra no me cobije.

Temo la sombra que oculta la caricia:

incluso en brazos de la muerte.

Temo de mi muerte:

tu previo exilio,

tu lejanía incólume,

tu certera ausencia.

2.    Augurio

Nuestra cocina está rota.

Disgregada, la estampida de los faunos.

                        Roto, también, el Oráculo:

¿Dónde sembraremos la semilla del retorno?
¿Dónde fingiré tu presencia?
¿Dónde me desaceré, grano a grano.
como castillo de sal y arena,
antes que el viento me arrastre
hacia el este?

Deja que el augurio prosiga su camino.

Detrás de ti:
                       
Seré marejada de hormigas fugitivas.

                        Seré premura de naviero entre el Tigris y el Éufrates,
                                  
Seré, de sándalo, sagrado incienso.

            Seré, de retoños y fécula, simple colmena.

lunes, 11 de marzo de 2013

casi sin nombre



amanezco desahuciado sobre tus poros
demasiado cerca de un corazón remoto
para que sus latidos no me pertenezcan

tus venas han resuelto el denso púrpura
que renueva suave y escurridizo el pulso
con que aspiro tu ímpetu de tormenta

imaginas que soy monstruo de lluvia
perturbador como los terrores  infantiles
cercano y agreste como mar de colmenas

imagino que eres espectro carente de ancla
que atraviesa pasos y no deja marca alguna
cual beso de labios nómadas sin convicción

damos la justa violenta batalla de lo merecido
al compas de lirios tejados en las almenas
en una derrota mutua de insomne caparazón

puede que el amor subsista detrás de muros
como galeón varado anciano entre islotes
perturbador en el punto claro del horizonte

puede que nos llame una vez el destino a la hora
para que rindamos testimonio sin ropajes
lo obvio con que claudicamos de los sueños

deseo creer que puedo decir algo como río
soñar apenas un impulso bestial de naranjas
que me convierta en sombra o bruma o espejo

encuentro en tus ojos la palidez férrea del delirio
mi derrota aceptada plena y decrépita de susurros
llana ligera convulsa certera como las dunas

esta historia la escribimos antes de existir
tal vez una mañana de resaca sin recuerdo
enfundada en vástagos de gaviotas del ocaso

lunes, 4 de febrero de 2013

no quiero




no quiero decir cosa alguna sobre las calles solitarias derruidas de madrugada cuando todos duermen en la distancia imprecisa el sueño de la paz pero la distancia de los párpados no se cierra para quien sólo tiene por morada el agrietado pavimento

no quiero mirar los balcones la ropa tendida húmeda decolorada lavada a mano  por el amor omnímodo de las madres que nunca descansan las ventanas oscuras donde mora el hambre iluminada en cruel comercio con el odio y el golpe

no quiero tocar la piel arrugada de los ancianos frágiles como hojas de otoño que se destiñen en sillas solitarias los pies descalzos de los niños que han convertido en utopía calles desgarradas aceras derruidas agujeros de los animales urbanos reducidos al miedo las paredes pintadas por grafitis que nos rompen el alma

no quiero sentir la palpitación escapadiza del moribundo que carece de nombre porque ninguna memoria abraza su soledad inmensa abatida de recuerdos las sopas enlatadas a media noche el ruido de televisores que llevan a mundos diminutos con el poder inmenso que mueve las neuronas los rayos del cielo el paso futuro de los androides

no quiero pisar la suciedad que degrada y estruja el espíritu de los olvidados como si pudiese desecharse impunemente el espíritu

no quiero respirar el humo de las chimeneas que asfixia la piedad y el recuerdo entrópico de los bosques


no quiero el silencio del escándalo de las máquinas que ensucian el viento

no quiero pensar que ahí afuera existe el mundo que la historia de quienes se piensan victoriosos siempre juzga con violencia inaudita la bondad de la inocencia

no quiero pensar en las mujeres que venden su cuerpo puro como efigies de diosas antiguas 
convocando en el acto del coito el deseo de los muertos vivientes que circulan en autos esmeralda

no quiero de la ciudad su gigantesco vacío su lúgubre presencia como cementerio ausente de lápida su inmenso egoísmo su póstuma avaricia

no quiero todo esto pero estoy limitado por el destino como Sísifo cargo una roca gigantesca sobre las llagas de mi espalda

no quiero lo que inevitablemente debo lo que desde antes del tiempo me duele la herida que me desangra antes de ser recibida la premonición cuaternaria que enlaza el dolor humano en un solo cuerpo que cargamos antes de todo

no quiero todo esto y sin embargo es lo único que me llena de rabia y ternura

martes, 25 de diciembre de 2012

retorno 2




retorno atravesado por arterias de helio humeante y cielos trasparentes

retorno desde lejanos países a los cuales me desterró por siglos la conciencia

vengo sin maletas

con las ropas desgastadas

con viejos zapatas que no tolerarán la búsqueda de lo incierto

vengo sin fortuna en los bolsillos ni tierras conquistadas en otros lares

no miro atrás ni adelante

quizás sólo ansíe contemplar las estrellas del desierto o el juego de las nube de verano

no tengo idea de cómo seré recibido por los míos

por los pájaros púrpuras a los cuales conté viejos secretos

por los árboles cuyas hojas han caído marchitas junto a bellotas que me tocará convertir en semillas de próximos banquetes

por los cuerpos que he deshabitado con soberbio descuido

por el humo de las chimeneas antiguas

por la sombra de mi aldea adoquinada con los obituarios de la memoria

no soy el mismo que conoció el feroz viento del recuerdo ni la violenta pero inaprensible promesa del futuro indómito

no pretendo ser el que creí ser

ni ante el reflejo de los ríos donde nadan peces fosforescentes

ni ante los árboles de gigantescas hojas que hunden sus raíces como arietes en la tierra brumosa de la selva

ni siquiera frente al aullido del coyote que me llama desde su confortable divinidad de animal solitario

no pretendo ser el que prometí ser

porque me declaro francamente hereje de todas las promesas que he hecho

ante los dioses de las montañas que tocan el cielo

cuando miraba el horizonte con la absoluta firmeza de las tortugas o los salmones

cuando deseché la sensatez de las islas y amarré alas a mis pies para que me llevaran junto al silencio de galeones fantasmas

no pretendo ser nada ni nadie

me declaro en libertad conmigo mismo

libre de sombra

incluso de pies y manos

de recuerdos que no existieron

de certezas en las que no confío

de utopías grises que marchitan la simpleza del tránsito

llego distinto como si el camino hubiese abierto grietas

en mis ojos

en mi piel cansada

en mi garganta desvestida

deseo que los vientos ligeros que mueven los frutos de verano digan lo que nunca quise escuchar

pero aún ante ellos y ante la mirada que sólo se posa sobre lo exacto me declaro rebelde y carente de mapas

retorno a un lugar que tampoco es el mismo

por ello carezco de llave ni sé cómo abrir las puertas

así esperaré fuera de los portales o dormiré en las bancas solitarias de los parques

sin cansancio ni premura

tal vez las puertas se mantengan cerradas

quizás se abran un día parecido a hoy

eso no importa

retorno porque sólo me queda la sensatez del camino

porque he visto bosques de madreperla y planicies de cristal

porque mi cuerpo sólo cree en la dicha de lo efímero

en la clara seriedad de la risa

en la constancia certera del parpadeo