no quiero decir cosa alguna sobre las
calles solitarias derruidas de madrugada cuando todos duermen en la distancia imprecisa
el sueño de la paz pero la distancia de los párpados no se cierra para quien
sólo tiene por morada el agrietado pavimento
no quiero mirar los balcones la ropa
tendida húmeda decolorada lavada a mano por el amor omnímodo de las madres que nunca
descansan las ventanas oscuras donde mora el hambre iluminada en cruel comercio
con el odio y el golpe
no quiero tocar la piel arrugada de los
ancianos frágiles como hojas de otoño que se destiñen en sillas solitarias los
pies descalzos de los niños que han convertido en utopía calles desgarradas aceras derruidas agujeros de los animales urbanos reducidos al miedo las
paredes pintadas por grafitis que nos rompen el alma
no quiero sentir la palpitación escapadiza del
moribundo que carece de nombre porque ninguna memoria abraza su soledad inmensa
abatida de recuerdos las sopas enlatadas a media noche el ruido de televisores
que llevan a mundos diminutos con el poder inmenso que mueve las neuronas los
rayos del cielo el paso futuro de los androides
no quiero pisar la suciedad que degrada y
estruja el espíritu de los olvidados como si pudiese desecharse impunemente el
espíritu
no quiero respirar el humo de las chimeneas
que asfixia la piedad y el recuerdo entrópico de los bosques
no quiero el silencio del escándalo de las
máquinas que ensucian el viento
no quiero pensar que ahí afuera existe el
mundo que la historia de quienes se piensan victoriosos siempre juzga con
violencia inaudita la bondad de la inocencia
no quiero pensar en las mujeres que venden
su cuerpo puro como efigies de diosas antiguas
convocando en el acto del coito
el deseo de los muertos vivientes que circulan en autos esmeralda
no quiero de la ciudad su gigantesco vacío
su lúgubre presencia como cementerio ausente de lápida su inmenso egoísmo su
póstuma avaricia
no quiero todo esto pero estoy limitado por
el destino como Sísifo cargo una roca gigantesca sobre las llagas de mi espalda
no quiero lo que inevitablemente debo lo que desde antes del tiempo me duele la herida que me desangra antes de ser
recibida la premonición cuaternaria que enlaza el dolor humano en un solo
cuerpo que cargamos antes de todo
no quiero todo esto y sin embargo es lo único que me llena de rabia y ternura
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