lunes, 4 de febrero de 2013

no quiero




no quiero decir cosa alguna sobre las calles solitarias derruidas de madrugada cuando todos duermen en la distancia imprecisa el sueño de la paz pero la distancia de los párpados no se cierra para quien sólo tiene por morada el agrietado pavimento

no quiero mirar los balcones la ropa tendida húmeda decolorada lavada a mano  por el amor omnímodo de las madres que nunca descansan las ventanas oscuras donde mora el hambre iluminada en cruel comercio con el odio y el golpe

no quiero tocar la piel arrugada de los ancianos frágiles como hojas de otoño que se destiñen en sillas solitarias los pies descalzos de los niños que han convertido en utopía calles desgarradas aceras derruidas agujeros de los animales urbanos reducidos al miedo las paredes pintadas por grafitis que nos rompen el alma

no quiero sentir la palpitación escapadiza del moribundo que carece de nombre porque ninguna memoria abraza su soledad inmensa abatida de recuerdos las sopas enlatadas a media noche el ruido de televisores que llevan a mundos diminutos con el poder inmenso que mueve las neuronas los rayos del cielo el paso futuro de los androides

no quiero pisar la suciedad que degrada y estruja el espíritu de los olvidados como si pudiese desecharse impunemente el espíritu

no quiero respirar el humo de las chimeneas que asfixia la piedad y el recuerdo entrópico de los bosques


no quiero el silencio del escándalo de las máquinas que ensucian el viento

no quiero pensar que ahí afuera existe el mundo que la historia de quienes se piensan victoriosos siempre juzga con violencia inaudita la bondad de la inocencia

no quiero pensar en las mujeres que venden su cuerpo puro como efigies de diosas antiguas 
convocando en el acto del coito el deseo de los muertos vivientes que circulan en autos esmeralda

no quiero de la ciudad su gigantesco vacío su lúgubre presencia como cementerio ausente de lápida su inmenso egoísmo su póstuma avaricia

no quiero todo esto pero estoy limitado por el destino como Sísifo cargo una roca gigantesca sobre las llagas de mi espalda

no quiero lo que inevitablemente debo lo que desde antes del tiempo me duele la herida que me desangra antes de ser recibida la premonición cuaternaria que enlaza el dolor humano en un solo cuerpo que cargamos antes de todo

no quiero todo esto y sin embargo es lo único que me llena de rabia y ternura

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