Desesperas. No querés ser verdugo.
Detestas la violencia, la inutilidad de la muerte,
Casi has llegado al Nirvana,
ahora te piden ser destructor,
insípido barquero de Estigia.
¿Habrá alguna forma de pensar la muerte sin un arma en la mano?
¿Será tan compasivo el Destino?
¿Te escucharán los dioses piadosos?
No hay tiempo de pensar rodeado por este mar enfebrecido.
Las olas son altas como las montañas del Olimpo.
Tus marineros no se sienten a gusto en tan débil barcaza, para ellos la promesa de
Monstruos hiela la sangre en las venas.
Aún así esperan cerca de la tromba marina y en el horizonte de la caverna.
Adelante, adelante.
Los Monstruos sólo son nuestras mascotas.
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