miércoles, 19 de diciembre de 2012

te pregunto




te pido me digas

cómo evadir la tentación inevitable de la palabra que edifica mundos ríos paisajes imposibles que titilan sin cesar

te pido por favor

me ayudes a descubrir el secreto del silencio tras la arenga que nos ata con hilos de algún mineral inexistente tejidos en laberintos de exquisitos verbos y conjunciones que no dejan transgredir ninguna frontera

que desgarran lo que antes constituía sólo juego de unos niños perdidos en los bosques arcanos de la isla del olvido

te lo pido

con el asombro fingido de quien disfruta la vastedad de lo efímero la ingenuidad de quien renuncia al caos de la respuesta cierta

porque no existe excusa que permita descartar el júbilo
cuando el polvo susurra su propio nombre
mientras afelpa los vellos más lejanos de mi palma
polvo fantasmal
etéreo
dotado de estirpe y progenie
diminuto como huevas de nautilos
desahuciado por causa del viento inquieto pero amado en forma extraña por la crueldad de la entropía pues aún ella voraz fiera reúne y agita las aguas quietas

o cuando el aire de las esquinas olvidadas llora desconsolado
porque no le dirijo al menos una frase maltrecha de jirones y jergas unidos con desdén mientras bostezo y creo en el unicornio que Silvio dibuja con su guitarra al menos una frase que surta el efecto de la esperanza cuando la tarde decae plomiza y decantan las sombras sobre los sitios menos afortunados donde moran duendes y ángeles caídos en gracia

y él

sólo aire habitado no obstante por todo el aliento de los ancestros

piensa apesadumbrado que pronto le abandonaré al viajar a ese extraño mundo de sueño y ausencia onírica desconocido e inconcebible como lo es el amor para las células que se desgajan idénticas afanadas en construir paredes membranosas y sordos tejidos

tengo la certeza de que no hay suficientes palabras
ni forma exacta de encadenarlas para que resulte definitiva convincente para que exprese la ansiedad con la que los guijarros perdidos del camino y las grietas formadas con inusitada paciencia en los muros pretenden alcanzar con un cansancio que duele hasta los huesos la promesa de nuestra garganta 
o para tumbar la certeza egoísta de la mirada porque resulta prohibida como el fruto del jardín originario donde nunca vieron crecer avellanas

creo que las palabras son insuficientes para decir algo sobre los líquenes
ni siquiera bajo una singularidad estelar que reúna los sustantivos de todas las lenguas y dialectos que ascendieron atropelladamente por los peldaños de barro y ladrillo en las urbes de Babel sin encontrar el nombre que buscan todos los credos

ni siquiera ese nombre vacío triste radical ausente pleno de ritos deseoso de ser deseado no correspondido por la Fortuna la más cruel de las divinidades ni poder conjurarse a través de nuestra palabra para que termine toda búsqueda de las certezas que habitan el torax de pueblos místicos que pretenden todavía sortear la alegoría de la muerte

ni siquiera ese nombre perdido en el origen de los tiempos
ese nombre
el Nombre

no tengo derecho a la piedad que subsiste detrás de los sustantivos que edifican galaxias en fuga y máquinas llenas de fortaleza

no merezco el bautismo de los adjetivos que liman la aspereza de los átomos perfectos la ausencia de color de los trazos neutros de alquimia la ambigüedad de las flores muertas
porque aún la hoja más seca y diminuta tiene nervaduras
que duelen tanto como la soledad o la ausencia

por ello debemos entonar un cántico que esparza sus cenizas oscuras sobre el Pacífico y el Canal de Suez
con insistencia
con premura
con el frenesí del orgasmo
con la indefensión violenta que precede la muerte
con el dolor en músculos huesos saliva tendones que toleran nuestro absurdo gollem

hasta que desaparezca el viento

hasta que sea borrada la luna del cielo

hasta que se desgasten los soles impúberes

te hago la pregunta
una vez más
sin vergüenza
ya que no existe vergüenza
en la pena

a ti

que esperas como esperan hombres y mujeres que caminan por calles veredas aceras carreteras senderos

cómo dejar el concierto de las sílabas que tersan la profundidad de las fosas marinas remueven el paso gigante de hormigas paramecios lombrices conjunciones convierten en miel incluso el orgullo de las abejas rebeldes

te pregunto

a ti

que reúnes gritos aullidos oraciones cánticos tambores sirenas murmullos debates melodías silbidos llamados bostezos llanto de bebés que nacen al amanecer preguntas aplausos sentencias abrazos trompetas discursos redobles cánticos de moacines auditorios podios

las voces de Whitman Lorca y Storni que nos regala el viento

ovaciones resoplidos de enfermos arrullo de madres consuelos tartamudeo del miedo 

la última sílaba de los suicidas

el son del las gaitas

a ti

porque tal vez secretamente espero que no me respondas ni digas cosa alguna

y materialices por siempre lo único que creo poseer gracias a la franqueza de la sombra que me persigue cuando el sol brinda su primera tibieza

cual busto ciego y derruido

cual maniquí carente de semblante deseo que no espera porque su figura se confunde con las vitrinas y las ciudades abandonadas en otros tantos mundos dejados a la deriva por injustos colonos

cual navegante atrapado en una perpetua tormenta de calma

con la noción ingenua
torpe
egoísta
marchita
pero serenamente cínica
de que en verdad tienes la suficiente piedad para no decir nada ni siquiera con los dedos la piel el más ínfimo gesto o la tersura de tus labios para callar el relato antiguo que nos une

para conformarte así con sólo mirar tras la incertidumbre de un simple espejismo

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