miércoles, 12 de diciembre de 2012

paraíso




el pulso es la llama del verso
ausente de cronopio y estirpe
árbol anciano
            solitario
            desgarrado
únicamente puede derrumbarse mirando al cielo

el cielo no enraíza arriba
cerca de las nubes o del sudario de la noche
no es la marea de los vientos
ni consuelo del desierto

el desierto nos rodea
nos ciega con deliciosa arena
obsequia dátiles calor espejismo
cuando decae el horizonte

del horizonte careces de recuerdos
sólo murmullos
lugar lejano parecido al hogar
perdido en otro continente
al cual no pretendemos retornar
            el horizonte te hace migrante
            embriagado por las estrellas

con las estrellas nacimos
esperando el retorno de los cometas fugitivos
la caída del meteoro edénico
las luciérnagas
la absolución por la cual meditan incólumes los grillos

grillos y mariposas hacen del paraíso una multitud
un lugar atrapado en mesetas insólitas
que colapsa  furioso a veces
desde los balcones
sobre ciudades inhóspitas
que esparce raíces
aún en las esquinas más inciertas

la incertidumbre nos flageló un día
con despiadada dulzura debajo de la piel
            a un costado
            donde duele
nos dijo que había muchos caminos y veredas
nos contó sobre la expulsión
            exactamente como dice el relato originario
            la distorsión del génesis
            la vereda que nadie recuerda
           
para no caminar al mismo lugar
marchito del horizonte

para soñar en el desierto
cubiertos por el manto del cielo crepuscular
            al arrullo de grillos que titilan
sin prisa ni desvelo
en otra nación donde no importan los nombres

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