lunes, 10 de octubre de 2011

la tibieza de la esperanza

la esperanza se parece a la ingenuidad de los niños o al recuerdo de los ancianos a veces se apropia del tiempo y en otras escapa de la historia con la fuerza de quien imagina un concierto de silencios la esperanza está poblada por divinidades y utopías aromáticas como el incienso de antiguas catedrales la esperanza tiene el color del cielo al amanecer pero también la tibieza de las noches estrelladas la esperanza es como una mujer que observa cómo crecen los árboles y la forma en que caen las fronteras al ser hechas trizas por la marcha de los pelícanos es el futuro vaporoso e ingrávido de los sueños y el lugar donde reposan los ancestros porque ellos sólo reposan en la memoria poderosa de los vivos la esperanza construye caminos y utopías al son de los abrazos y en la cadencia de la diáspora la esperanza no tiene nombre propio ni rostro que le inmovilice es a la vez todos  los nombres y todos los rostros la esperanza se parece a tantas cosas en cada una de las cuales habitan los pueblos y  las multitudes que miradas de cerca ya no lo son porque son brazos torsos pies descalzos ojos de todos los colores posibles pulmones que respiran sin cesar besos que se instauran en una eterna promesa de solidaridad la esperanza no tiene tiempo porque sabe esperar y se nutre de la imaginación de los sueños sencillos de los pueblos y de los ritos sagrados que nacen solamente en el andar de quienes creen y hacen vida marcha decurso salto devenir la esperanza tiene el color de las manzanas y de las risas de las fiestas incluso de las madrigueras de los ratones y del aullido de los perros que añoran solitarios la amistad la esperanza siempre camina incluso cuando le falta alimento incluso cuando todas las puertas se cierran porque así le es dado la esperanza no es por lo tanto más ni menos humana que la vida misma

en memoria de Idalí, quien al mirar mediante sus actos uno de los rostros de la divinidad, forjó desde siempre su propio paraíso

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