perduran las manos surcadas de arrugas
mapas con los que nombramos pequeñas bestias
transfiguradas en mastodontes
que pastan en praderas
sobre la distancia de los círculos
quedan
sí
círculos imperfectos
a la sombra de los caminos
bajo la certera sinceridad de lo indecible
a la luz de las estrellas menos brillantes
cual golondrinas exiliadas
por qué será tan exquisito el olvido que nunca se quiso
las voces que susurran sin materia ni golpes
la tiranía de capullos ocultos
tras la sombra que reniega de soles brillantes y groseros
existen hojas que navegan más allá del suplicio del viento
pisadas de millones de niños
cargando nueces y huracanes
hojas como el mar
como la ternura
las pupilas
los surcos
las primeras lluvias
como los últimos segundos
de cada eclipse
sabores de anémona y roble
color de calcio y guijarro
fuego azul de noviembre
por qué esperar eones mientras las tierras eternas se unen sin sentido
mientras los montes se convierten en lava ardiente
polvo de roca
cristales muertos
en grietas que sólo maldicen
con voz de hielo
voz de reseco metal
y desgastadas ruinas
por qué hundirse en lo profundo
si lo profundo llama desde siempre
con el nombre de lo que carece de nombre
habitado y ahíto
sediento de papilas y sílabas
que lo borran
lo desdicen
lo amordazan
existen linajes vistos a la distancia
como si ya no fuesen nuestros
manos que tejen el barro de otras suelos
que no temen lo que han dejado
que no reniegan de su dura corteza
manos que abrazan
sin distancia ni encierro
todas estas manos anónimas
manos vencidas pero piadosas
tibias y mansas
sin ansias de ruido
incapaces de negar ofrenda
manos callosas
repletas de surcos
todas estas manos
que tejen canastas de pan
que cultivan crisálidas y cáñamos
en los suelos lejanos
no importan fronteras
ni límites efímeros
manos que aprenden
desde antes
por milenios
allende los desiertos
invictas manos
en invictos destierros
frágiles manos
dispuestas a todo
manos que cantan
con la voz del espíritu de los bosques
con el nombre de las cosas
que merecen gratas sonrisas
al cruzar por encima de mareas
y constelaciones
estas manos
en este destierro
manos de madera
manos de musgo
y cera
manos entrelazadas
que convierten el vacío
en nudosos colibríes
en gatos y dioses antiguos
cabras que manan leche tibia
y polen
en el destierro de las manos
todo resulta posible
porque ellas sostienen
y desgarran la ausencia
piadosas manos
que convierten en hogar
los lugares inhóspitos
aldeas que se levantan
arrobadas de estepas y lagos
en el destierro
podemos vernos a la cara
con sinceros ademanes
mientras nuestras manos
descubren la verdad
a tientas
en los rostros que ansían ser descubiertos
poblados
zurcidos
como las viejas aldeas de roca
a duros golpes de tacto
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