a estas
alturas de la estancia
rotos
mástiles y anclas
desvaído
el misterio que florece en las calles
se
nos permite una ligera sonrisa de sorpresa
creer
tal vez o a lo mejor no
esto
nunca lo sabremos
que las
caracolas pernoctan tras los árboles
puede
que se marchen las anémonas
en
una vasta migración carente de rumbo
lejos
de palabras arrugadas
lejos
del abrazo de los ojos
del
gesto
puede
que escuchemos el delirio con el que respiran las esquinas
perdida
toda geometría
al declararse
en guerra con sus vástagos
maldiciendo
la forma precisa del astrolabio
la secante
incluso
del horizonte
con
la ternura sublime de sus grietas
sin
el afán de esos trágicos pasos
siempre
dispuestos a preñar el silencio
hoy no
es necesario nadar río arriba
en
busca de efluvios primordiales
tampoco
hay que remar a espaldas del Jónico
su
carisma es tempestuoso
oscura
corriente
cementerio
de carabelas
quedan
los guijarros el musgo fugaz
voces
quebradizas que callan
desdicen
que
miran al otoño
queda
la sorpresa
la compañía
del aire
el
ruido de miríadas de ratones
dudas
y esfinges devónicas sitian
con
cruel escarnio
se
mantiene en pie
a pesar de todo
el
cuerpo deshabitado
con
el que blandiremos yelmos
lejos
en otro tiempo al este de Nipur
sin
punto fijo
deshechos
los mitos
en
un lugar donde cabalgan orugas
sin
frenesí ni recelo
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