viernes, 2 de noviembre de 2012

huestes quebradizas



a estas alturas de la estancia
rotos mástiles y anclas
desvaído el misterio que florece en las calles
se nos permite una ligera sonrisa de sorpresa

creer tal vez o a lo mejor no
esto nunca lo sabremos
que las caracolas pernoctan tras los árboles

puede que se marchen  las anémonas
en una vasta migración carente de rumbo
lejos de palabras arrugadas
lejos del abrazo de los ojos
del gesto

puede que escuchemos el delirio con el que respiran las esquinas
perdida toda geometría
al declararse en guerra con sus vástagos
maldiciendo la forma precisa del astrolabio
            la secante
incluso del horizonte
con la ternura sublime de sus grietas
sin el afán de esos trágicos pasos
siempre dispuestos a preñar el silencio

hoy no es necesario nadar río arriba
en busca de efluvios primordiales
tampoco hay que remar a espaldas del Jónico
su carisma es tempestuoso
oscura corriente
cementerio de carabelas

quedan los guijarros el musgo fugaz
voces quebradizas que callan
            desdicen
que miran al otoño

queda la sorpresa
la compañía del aire
el ruido de miríadas de ratones

dudas y esfinges devónicas sitian
con cruel escarnio

se mantiene en pie
            a pesar de todo
el cuerpo deshabitado
con el que blandiremos yelmos
lejos en otro tiempo al este de Nipur
sin punto fijo
deshechos los mitos
en un lugar donde cabalgan orugas
sin frenesí ni recelo

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